TRL o los niveles de madurez tecnológica

 

 

Los niveles de madurez tecnológica (TRL) o más conocidos en ingles como Technology Readiness Levels son una herramienta internacional para medir el nivel de madurez de una tecnología. Sirven para definir el alcance de las actuaciones en I+D en relación con las diferentes etapas del desarrollo tecnológico.

 




 

ORIGENES DEL TRL


 

Sus orígenes se remontan a la década de los 70, cuando la NASA utilizaba este sistema para calificar sus proyectos espaciales. No obstante, esta terminología no empezó a utilizarse hasta que en 2014 la Comisión Europea adaptase el concepto en la convocatoria del programa europeo Horizonte 2020. Desde entonces, y poco a poco, el término se ha ido estandarizando hasta convertirse en un concepto válido para ordenar y categorizar proyectos de I+D.

 

Hoy en día, los TRL son la forma más común de clasificar una tecnología en relación con su grado de desarrollo y su orientación al mercado. Este método se sirve de una escala dividida en nueve bloques, donde el TRL 1 es el nivel de tecnología más básico y el TRL 9 el más desarrollado. Además, los TRL también pueden aplicarse en las ciencias sociales, la economía o los negocios. Como cualquier otro modelo, se emplea para elaborar comparaciones. Sin embargo, dado que existen distintas calificaciones del mismo tipo, es conveniente especificar cuál de ellas se está utilizando.

 




 

EL TRL Y EL EFECTO INCENTIVADOR


 

La principal ventaja de los TRL es conocer el punto de salida y destino de los proyectos que se quiere financiar, característica que resulta de gran aplicación práctica en las convocatorias de ayudas públicas para proyectos de I+D. De este modo, se pretende hacer una aproximación más certera que el denominado como ‘efecto incentivador’ que exige que el proyecto sea iniciado con posterioridad a la fecha de solicitud.  De todos modos, ambos enfoques no son excluyentes y se pueden aplicar de forma contemporánea.

 




 

ESTRUCTURA DEL TRL


 

Con respecto al tipo de actividades que integran la I+D+i, los primeros tres niveles engloban la investigación básica, los cuatro siguientes corresponden a proyectos de desarrollo tecnológico, el octavo nivel es para los proyectos de innovación y el último puesto está reservado para los proyectos que se han desplegado a gran escala.

 

Conviene matizar que el riesgo que afronta un proyecto y el grado de innovación tecnológica no serán los mismos si se desarrollan a partir de tecnologías maduras (mature or ready tecnologies) que si se acometen desde tecnologías incipientes o de vanguardia. En castizo, a menor madurez tecnológica, mayor riesgo, y por tanto mayor innovación.

 

En cambio, si analizamos los TRL desde la óptica del entorno en el que se desarrollan los proyectos, los niveles se aglutinan de forma diferente. Es decir, los primeros cuatro niveles se realizan en entorno de laboratorio, el quinto y el sexto en entornos de simulación, esto es, entornos artificiales con características de un entorno real, y los dos últimos TRL atañen a las pruebas y validaciones realizadas en entornos reales.

 




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